
En barrios periféricos de nueva construcción de toda España se multiplican los llamados «bloques cebra»: edificios residenciales clónicos que prometen eficiencia y rapidez, pero que también despiertan un gran debate social sobre la pérdida de identidad y personalidad de nuestros barrios y ciudades.
Seguro que has visto este tipo de edificios, que se caracterizan por ser altos, con fachadas de franjas blancas y negras, carpintería de aluminio oscura y terrazas en línea, y que representan la viva imagen de la arquitectura residencial contemporánea. Además, su diseño moderno, funcional y de estética minimalista lo han convertido en la opción preferida por muchas promotoras.
El término «bloque cebra»
Para todos los bolsillos y en todas las zonas
Hay «bloques cebra» para todo tipo de presupuestos: podemos encontrarlos de un millón de euros y también de alquiler social, en barrios de alto standing y en zonas más populares. Además, todos siguen un mismo patrón, y muchos tienen piscina comunitaria, baño en suite, suelo laminado, cocina americana, zonas comunes y trastero.
El problema, según los arquitectos, es la homogeneización de este tipo de construcción, pues no se adaptan al entorno ni al clima propio de cada zona y están construidos con materiales estándar que tanto sirven para una zona de calor (Sevilla, por ejemplo), como para una zona más fría (Huesca o Bilbao), lo que da como resultado una estética monocroma sin personalidad propia.
El término «bloque cebra» se ha popularizado recientemente a raíz de la cuenta de Instagram @bloque_cebra, en la que un grupo de jóvenes arquitectos ha puesto nombre a esta tendencia en auge en todo el país. La cuenta también comparte los «bloques cebra» que hay repartidos por toda la geografía nacional, con un punto de ironía y crítica social.
Un reciente artículo en El País define esta tendencia como «el fast food inmobiliario», como metáfora crítica que resume la sensación de uniformidad y falta de alma que caracteriza este tipo de viviendas. También se les compara con un electrodoméstico. “Cuando compras una lavadora, la estética es secundaria. Solo comparas precio y consumo energético. Con estos edificios pasa lo mismo: son el electrodoméstico inmobiliario”.